sábado, mayo 31, 2008

El principio del iceberg

Señalaba Hemingway en Death in the afternoon su “teoría de la omisión” o “principio del iceberg”: un buen cuento es aquel que omite cosas, sólo muestra la punta del iceberg; y el resto, la masa que está bajo el agua, se puede inferir.

Eso es exactamente lo que pasa, por ejemplo, cuando se observa una serigrafía abstracta de Peter Max, donde a primera vista vagamente se puede identificar algo, pero si se observa bien es posible “descifrarlo”. Igual sucede con la arquitectura, novelas, películas, música, elocuencia; el arte de la expresión está lleno de huecos, de vacíos que estimulan la imaginación. Si “imaginas” e interpretas lo omitido, habrás disfrutado el proceso, y no se te olvidará fácilmente lo que acabas de aprender. De hecho, en eso se basa la didáctica, en dejar “vacíos con significado”, estos son útiles y muy necesarios en casi todas las formas de expresión (exceptuando la documentación técnica y legal por razones obvias) Lógicamente, esto siempre conduce a diversas interpretaciones, pero eso es normal y hasta deseable; cada quien pone un poco de sus prejuicios y experiencia en los espacios vacíos de lo que interpreta.

Lo que más me gusta de los idiomas no es hablarlos sino más bien el proceso cognoscitivo de aprenderlo, particularmente al inicio cuando todavía no se entiende bien; es muy divertido porque no queda otra sino interpretar. Una vez que confirmas que determinada interpretación es correcta, no se olvida. Todo se hace hablando y escuchando, con gente, es muy rápido y dinámico, un triatlón para el cerebro. Así me tocó aprender portugués. En São Paulo, la señora que hacia la limpieza en el trabajo, Doña Jesí, era del noreste brasileño. Era increíble la velocidad a la que hablaba esta señora, y lo cerrado que era su acento. Cuando hablaba era como escuchar las cataratas de Iguazú, con el radio en alto, mezclado con sonidos metálicos, y sistemas neumáticos con fugas; pero disfrutaba mucho de sus fantásticos cuentos, lo que no le entendía, lo asumía, y al final sabia que había entendido algo más o menos uniforme, que no era hasta el ultimo milímetro lo que ella quiso explicar, pero que estaba muy cerca. Seguro, el cuento se me quedo.

Através de doña Jesí y otros comencé a entender a Brasil, su gente, su sistema de clases, los negocios, sus regiones. No lo entendí todo pero lo que quedó en blanco lo llene con mi interpretación, con lo que yo quería que fuera, algo que yo sé que no es, pero está cerquita, tan cerca como lo puede estar para un caribeño en la mata atlántica. Yel estuvo conmigo y para ella la historia es otra, diferente. Así se presentan las cosas en la vida. No existen las verdades ecuménicas. Si alguien te presenta algo en forma muy directa, donde todo está muy claro, sospecha. Si te exigen una sola interpretación, sospecha. Si alguien te dice que tiene la razón, doblemente sospecha.

El mundo sería un lugar mucho mejor si entendiéramos que es perfectamente normal -y deseable- que varias personas vean exactamente lo mismo de forma muy diferente, y que ninguno está equivocado. Por ejemplo, yo juro que veo a una señora muy vieja en el dibujo arriba, pero aquí me dicen que dizque es una muchacha joven. Y tú ¿Qué ves?

martes, mayo 27, 2008

Un cumpleaños à la cuisine

“No Yel, mira ¡ya lo tengo! La gran idea para el cumpleaños de la Viv: ¡un cumpleaños culinario! Más nada, ¡super original!” (aunque lo vi por ahí en Internet). “Imagínate: sólo con algunas niñas del colegio y las venezolanitas de su edad, facilito, les compramos la indumentaria de colores pasteles, se reúnen y cocinan repostería; ellas se divierten, y lo mejor es que ¡nosotros no vamos a hacer nada! ¡ellas van a cocinar lo que se van a comer! ¿No es una excelente idea?”. Y ella: “…ummm, bueeeh está bien… pero le preguntamos a la Viv primero.”

Viv, por supuesto, aceptó y así fue como comenzó todo. Esta vez no era mi turno de organizarle el cumpleaños a Viv (a mi me tocó el año pasado) Esta vez le tocaba a Yel. De manera que ella se puso en campaña: compró los utensilios de cocinar, delantales, guantes, cintillos para el pelo, manteles, adornitos; todo combinado. Cerca de la fecha hizo la torta (las niñas no iban a cocinar la torta principal, ni pensarlo) Compró los ingredientes para que las niñas cocinaran, practicó con Viv los ponquecitos, los pinchos de malvaviscos, y no se que otras cosas más (tenían la casa hecha un desastre) Además a última hora se dio cuenta que los delantales les iban a quedar largos a las niñas y tuvo que cortarlos y coserlos; y luego volvió a practicar otras recetas, y compraba más cosas; y las invitaciones, y las mamás que confirmen, y mete ponquecitos en el horno, y poner la casa en orden, y los refrescos, y el fudge de chocolate para los pinchos, y la ropa de la Viv, y la mesa para cocinar y la música y la coreografía…

“Facilito...¡nosotros no vamos a hacer nada! ¡ellas van a cocinar lo que se van a comer!...” mis propias palabras me retumbaban en la cabeza . Que cierto es el dicho popular que reza: “la lengua es el castigo del cuerpo”.

En fin, llegó el día, era el cumpleaños de mi niña, y después de todo ese trabajo, la mesa estaba servida.

Tengo que admitir que todavía no me acostumbro a la manera en la que en Australia dejan a los niños literalmente botados en una fiesta. No es el hecho en sí, sino la forma. Los padres, tal cual, tocan la puerta, uno abre, y ellos sin decir más nada voltean al muchacho, lo firman por detrás y te lo endosan como un cheque: “tome, vuelvo a las cinco”, se voltean y se van. Algunos pasan un rato, pero la mayoría no, inclusive si uno los conoce en lo personal. Pero bueno, esas cosas pasan.

Al principio el ambiente fue tranquilo. Poco a poco las niñas se fueron animando. Cuando se reunieron alrededor de la mesa ya estaban inspiradas.

“Une pour toutes et toutes pour une!” (¡Una para todas y todas para una!)

De allí en adelante la inspiración pasó a caos por momentos, otras veces a camaradería femenino-infantil, a sonrisas, colaboración, liderazgo, amistad, cháchara, sanas envidias, sollozos, reconciliaciones, compinches ¡Que bueno es cumplir ocho añitos!


Y aquí algunos de los productos finales:
Y para recordar la fiesta del año pasado también hubo un poco de Karaoke, ahora con nuevas canciones.

El Karaoke parece ser el elemento de discordia. Igual que en la fiesta del año pasado los padres comenzaron a aparecer cuando estaba el karaoke. En Australia se estila que si las fiestas son de 2 horas y media, en ese tiempo exacto el padre recoge a su hijo. Y así fue, sólo que cuando llegaron los padres, las niñas no querían soltar los micrófonos ni para picar la torta. Algunos padres hasta se volvieron a ir: “ok, esto está crudo, vengo en media hora más”. El caso fue que se pasó media hora, picamos la torta, y media hora más y todavía las niñas cantando. Hubo una niña que la mamá casi la sacó a rastras en camisa de fuerza.

Al final lo bueno de todo es que nuestra pequeña se divirtió a montones, y nosotros los padres también. Viv está grañidísima, alta, e inteligentota. –¡pregunta unas cosas!- Con cada año que pasa se parece más y más a una señorita. No hay duda de que ya no es aquella bebecita que era… ¡ayer? Como pasa el tiempo.


Post relacionados: Cumpleaños de popstar…al karaoke.

viernes, mayo 23, 2008

Hoy escribo yo

Yo lo cuestiono todo; desde las cosas más mundanas como el precio de los comestibles, hasta las más complicadas como la existencia misma del universo. En películas y novelas mi tema recurrente favorito son los mundos paralelos; una realidad aparente o virtual que existe para ocultar a una realidad “real”; yo cuestiono la primera buscando la verdad de la segunda. Así, no es de extrañar que mi género preferido sea la ciencia ficción, que “The Matrix” y “Los Otros” estén entre mis películas favoritas, y que ahora apunte hacia Philip Dick como autor de mis lecturas.

Tampoco es de extrañarse que cuestionara la realidad (¿virtual?) que se vivía en Venezuela hacia el año 2003 cuando todavía vivía allá. Lo que pasaba –y pasa- era tan bizarro que me hizo dudar si era real. “Esto no es vida. Tiene que haber otra manera de vivir” me decía. Ya antes me había tocado vivir afuera de Venezuela y mi pensamiento era que eso no es la solución. Aun así, la realidad de la época y como pintaban las cosas me hizo tomar la decisión de salir. Ya antes había expuesto por qué tome esa decisión, lo que no he mostrado es por qué elegí Australia como mi nueva realidad, y más importante aún, por qué nos quedamos.

¿Por qué elegí Australia a la distancia, sin conocerla? Eso es fácil:
  • Porque es un país del primer mundo.
  • Porque investigué y sabía que faltaban ingenieros de mi rama. No me refiero a que los aceptaban para inmigrar, sino a que faltaban, estaban desesperados por ingenieros en mi rama, y no habían trabas para el ejercicio profesional.
  • Por el clima y la naturaleza, en comparación al de otros países del primer mundo.

¿Por qué nos quedamos y echamos raíces? En resumen: porque la vida aquí hace ver a la vida allá como una realidad aparente, que sólo existe para ocultar a esta, la verdadera forma de vivir. Lo desarrollo como sigue:

En cuanto al trabajo, lo que conseguí fue mucho mejor de lo que había investigado. Las condiciones son muy favorables: mucha oferta de puestos, poca competencia local. Es el empleado, no el empleador, el que tiene el poder de negociación; eso empuja hacia arriba el nivel de remuneración y los puestos a los que se acceden. Es así como me hice de una posición senior en cortos dos años, y Yel también trabaja en su profesión y va por el mismo camino. No sólo eso, mi trabajo actual es el reto profesional más grande y de más responsabilidad que haya tenido, me está costando pero ese es mi reto, y estoy aprendiendo mucho. En ingeniería hay mucho por hacer aquí, y pocos que lo hagan, tengo en mente proyectos para ayudar a rescatar esa posición tan embarazosa en la que se encuentra la profesión en Australia y así hacer algo un poco mas trascendente. En fin, tenemos retos, tenemos sueños, estamos aprendiendo.

En relación a posibilidades de inversión, eso en Australia es todo un mundo absolutamente fascinante. El cielo es el límite. Ahora bien, no es como en Venezuela que unos pocos (generalmente dejando los escrúpulos aparte) se hacen millonarios en 2 años. Aquí es posible, no para pocos sino para todos, hacerse millonario en 8 o 10 años (es posible, no necesariamente conveniente, después de todo hay que disfrutar la vida; un término más razonable serian 12 o 15 años) Eventualmente todo el mundo va a tener que hacerse al menos casi millonario para el momento en que le toque retirarse; esa es la única forma de garantizarse un retiro digno en un país tan costoso como este.

En cuanto al clima y ambiente: creo haber sido elocuente sobre como se vive en Australia en armonía con la naturaleza, la cantidad de parques, y en cuanto a la playa. A estas alturas tengo que admitir que no sólo nos gusta sino que aparecen los primeros vestigios de sentido de pertenencia con esta la tierra.

En cuanto a la gente; me gusta el estilo aussi, me suscribo al estilo de vida relajado, de andar como un mamarracho todo el tiempo, a hablar pistoladas de cualquier cosa menos de algo importante. Me suscribo a socializar basado en reputación y humildad -the “top bloke” scheme-. Me inscribo en lo difícil que es hacer una amistad con un aussie, pero si la haces sabes que tienes a alguien en quien confiar de verdad. También me suscribo a la multiculturalidad, a aprender que hay asiáticos sumamente dignos y admirables. También al grupo de venezolanos que son como los boy scouts, “siempre listos” (pa'l bochinche). Supongo que aquí hay algo de que como estamos mucho mas tranquilos disfrutamos más de la gente que si nos quiere y está pendiente de nosotros, y podemos corresponder en consecuencia.

En cuanto al sistema del primer mundo, a uno le queda la sensación de que en Australia el sistema funciona, y funciona para todos, es justo, y eso evita que existan ciudadanos de segunda que se dediquen a actividades de “segunda”. Para mi Australia es la demostración de que sí es posible vivir en un país donde cada cosa tiene sentido. El sistema hay que entenderlo, hay que estar entrenado en él, hay que observar, interpretar, interactuar con el sistema –eso es parte del juego-. Me gusta el reto. Esto funciona, se nota en los aspectos macro como educación, salud, presupuesto fiscal, tu lugar en la sociedad. También lo notas en lo micro: por ejemplo en lo bien entrenado que está el cajero del supermercado para hacer su trabajo –no para más- ¡que eficiencia!, ¡que prolijidad!.

En resumidas cuentas, después de tanto cuestionar aquí he conseguido respuestas a todas las cuestiones. Hay una gran sensación de abundancia que nos embriaga: aquí vivimos, aquí amamos, aquí nos aman, aquí aprendemos, aquí transcendemos, aquí nos protegen, aquí protegemos.

Aquí seguimos. Post relacionados: Pero bueno… ¿ cual es la criticadera?; La culpa la tiene el petróleo.

martes, mayo 20, 2008

Cultura Occidentalis Australiensis

¿De qué estamos disfrazados aquí?

En Perth las fiestas de disfraces son muy comunes; así que un diciembre de estos, en una fiesta del trabajo de Yel, nos tocó nuestra primera vez. La fiesta tenía como título “The East meets the West” (El Oriente conoce al Occidente). La idea era que cada quien eligiera un país o cultura de su preferencia, y el correspondiente traje típico. No hubo que preguntarnos dos veces para que nos pusiéramos a buscar los disfraces para lo cual Perth ofrece sopotocientas tiendas de alquiler.

Elegir el disfraz fue lo de menos; la parte interesante comenzó cuando los compañeros de trabajo nos preguntaban de que nos íbamos a disfrazar. “Seguro que se ponen un traje típico de Venezuela” me dijo uno que compartía la oficina conmigo. Luego dijo: “espera… America Latina no es oriente, ni es occidente… tiene su propia cultura diferente ¿no?”. Yo salté: “¿cómo que no es occidente?, !claro que America Latina es de cultura occidental!...” pero el tipo me miraba con cara de que yo estuviera loco. Desde ese momento y hasta el día de la fiesta yo parecía un zombie que le preguntaba lo mismo a todo el mundo: “para ti ¿Latinoamérica es de cultura occidental, verdad que sí?” Y así continué inclusive durante la fiesta. Pobre iluso.

De 10 respuestas, 8 eran con una rotunda negativa; con variadas justificaciones: “…los países occidentales son como Australia, EEUU, Canadá, que tienen ciertas costumbres... y además con cierto nivel de desarrollo…” Allí yo rebatía -para buscarles la lengua-: “y en ese esquema ¿dónde quedan países como España, por ejemplo?” (haciendo apología a la cultura latina en Europa). Allí algunos se quedaban callados (no sabían o nunca habían pensado en eso). Uno hasta me dijo: “¿Y España no queda en el oriente de Europa?”.

Al decir verdad algunos pocos contestaron inmediatamente que America y la Europa Latina si son parte de la cultura occidental. Los que así lo hicieron fue porque tuvieron algún contacto con nuestra cultura. El resto –por lo visto- nos concibe culturalmente con una camisa de mil colores y una cesta de frutas en la cabeza (cuando pregunto siempre suena el adjetivo “colourful” o full de colores) El asuntico me picó por algún tiempo y poco a poco fui reuniendo argumentos para sumar a mi cruzada. Recuerdo claramente la última conversación al respecto, en otra reunión:

- “¿De donde eres tú?”

- “De Venezuela, Suramérica”

- “¡Oh!, que gran choque cultural con Australia, me imagino…”

- “Amigo, ya me han dicho eso varias veces y nunca lo he entendido. Verá: allá se habla un idioma europeo-igual que aquí-, nuestra herencia es europea -igual que aquí-, de religión cristiana -igual que aquí-…”

- (Silencio incómodo del interlocutor)

- “…yo puedo entender que desde la guerra del golfo los medios de comunicación hayan construido la imagen de occidente como los países que apoyan a los EEUU, pero el verdadero origen de la cultura occidental no está en los países anglosajones sino en el imperio romano. Es más, fueron los romanos los que civilizaron a Inglaterra. Desde ese punto de vista, los latinos son mas occidentales que los anglosajones…bla bla bla… ”

Esa era una discusión absolutamente bizantina, no tenía caso, no sólo porque no iba a convencer a nadie, sino porque ese tipo de conversaciones saca de su zona de confort a algunos aussies. A favor de ellos tengo que decir que si la situación hubiera sido en EEUU o UK estoy seguro que la conversación ni hubiera tenido lugar, al menos no en forma tan abierta (o alguien me hubiera dado mi tate-quieto).

En Australia el tema del origen de la gente es un tema de conversación recurrente. A todo el mundo se le pregunta de donde es, y todos responden cosas como: “yo nací en Sydney pero mi mamá es italiana y mi papá griego”, y a veces siguen con la segunda generación, y así se forman conversaciones kilométricas súper aburridas. Este es sin duda un país multicultural pero no lo es desde hace tanto tiempo, serán 25 años que tiene la inmigración realmente multicultural aquí, y todavía se apela al origen con una frecuencia que nos es extraña, con cierta dosis de etnocentrismo. Cabe señalar que todas las culturas son en cierta medida auto-centristas (sino reflexionemos: ¿Quiénes son los que piensan que inventaron el sabor, el guaguancó, y que nadie sabe vivir tan sabroso como ellos?)

En realidad mi experiencia es que la idea prejuzgada que tenga un australiano sobre uno importa muy poco para relacionarse y socializar con ellos. Relaciones y amistades, estos son temas importantes tanto para el trabajo como para la estabilidad emocional de todos: ¿cuál es el lugar socio-emocional de un caribeño aquí? Sobre esto en un futuro post.

jueves, mayo 15, 2008

Brindemos por eso, ¡Salud!


El sistema de salud australiano es el epicentro de toda una controversia entre los que adoptamos a este país. La salud es uno de los servicios más básicos e importantes que un ser humano puede recibir y se esperaría que en el primer mundo este servicio fuera de primera –y en particular en Australia que ostenta el sitial de uno de los países con mayor calidad de vida del mundo-. Pero por alguna razón –la cual intento dilucidar aquí- casi todos los inmigrantes, hasta el que está más contento en Australia, tiene alguna queja del sistema de salud.

Para explicar mi punto de vista me va a ser útil dar de ejemplos al sistema de salud americano, al canadiense y al nunca bien ponderado sistema venezolano. Favor notar en cada sistema como funciona el sistema público, el privado y como se complementan para llevar salud a toda la población.

En el sistema de salud americano casi no existe la salud pública (alguna cosa existe para gente con discapacidades y para mayores de 65 años) Así, toda la población es alentada a tomar un seguro privado –costosísimo-. El que no tenga un seguro de salud privado corre el riesgo de que le dé un ataque al corazón y lo dejen en el medio de la calle tirado; así son las cosas. Igual que en Australia, en los EEUU falta personal calificado, en particular médicos y enfermeras, y los que hay no se dan abasto para atender la gran demanda de salud de una población que tiene como pagar el servicio. Por esto, con todo y que es privado y pago, el sistema hay que administrarlo. Es así como en EEUU una consulta dura 5 minutos y en Venezuela 20 minutos. También en casi todos los casos la consulta la hace la enfermera, no el médico –hay que ahorrar recursos y esfuerzos, hay muchos pacientes y pocos médicos-.

El sistema canadiense es exactamente opuesto al sistema americano. En Canadá no existen los seguros de salud privados; toda la atención a la salud es pública. Por supuesto, en Canadá también falta personal de salud para la población que tienen, y también hay que administrar la salud, pero esta es pública y el resultado es peor que en los EEUU. En Canadá son famosas las listas de espera para operaciones –la operación podrá ser urgente pero espera en la lista junto con otras urgentes que estaban antes. Igual de difícil es para que te atiendan en una consulta-. Del sistema de salud canadiense se quejan –y duro- hasta los canadienses.

El sistema de salud australiano es un punto medio entre el sistema americano y el sistema canadiense. En Australia las emergencias y otros indispensables (como cirugía y maternidad) son ofrecidos en forma pública por Medicare –gratis-. La medicina no indispensable (consultas generales, enfermedades no urgentes, dental, etc.) no son cubiertas por el sistema público y se alienta a que la persona tome un seguro privado que la cubra. También es posible elegir cobertura privada para emergencias, lo que lo va a salvar a uno de las listas de espera del sistema público en el caso de una operación. Como se ve, el sistema australiano es una mezcla de la eficiencia del sistema privado americano y el colectivismo gratis del sistema canadiense. En pocas palabras, te garantiza que no te van a dejar morir si no tienes como pagar un seguro privado pero también ofrece un servicio privado de mejor calidad si tienes como pagarlo. Muy inteligente, pienso yo. Por supuesto, en Australia como en Canadá y EEUU también faltan médicos y enfermeras (y cualquier otro personal calificado) y el sistema es administrado con mano de hierro. Por ejemplo, para hacerse una consulta primero se tiene que ver al médico general (GP, General Practitioner) y este te refiere a un especialista si lo encuentra necesario. Como falta gente y tienen muchos pacientes te quieren atender rapidísimo, ni se fijan en lo que tienes, eso si te atienden... la cita con el especialista toma una eternidad para tenerla… a las mujeres embrazadas les hacen sólo 3 ecosonogramas en los nueve meses y no uno por mes como es la costumbre en Venezuela, etc., etc. Creo que ya se entiende la idea.

Y en Venezuela ¿como es posible que con un seguro privado la atención sea –aparentemente- mejor que en Australia o Canadá? Simple. Para comenzar en Venezuela sobran los médicos para la población que tiene un seguro privado, que será un 5-10% del total. Allá es el paciente privado, no el médico, el que tiene el poder de negociación y demanda una atención mejor (sino se cambia de médico, de seguro o de clínica) Luego, el seguro privado es mucho más económico que en un país del primer mundo porque todo en Venezuela cuesta menos (producto de que a muchos se le paga una miseria por su trabajo) Pero el sistema falla en llevar salud para todos, este es un sistema que atiende a una minúscula minoría. Nótese que ni hablo del sistema de salud público en Venezuela que para los efectos prácticos no existe.

Veamos, en EEUU el sistema de salud es para todo aquel que pueda pagarlo -95% de los estadounidenses-, en Canadá es gratis directamente –para todo el mundo-, en Australia las emergencias son gratis y los no esenciales si puedes pagar un seguro privado –también cubre a casi el 100% de la población-, pero en Venezuela el sistema sólo cubre al que pueda pagarlo: menos del 10% de la población. ¿Es ese un sistema mejor que el australiano? Claro que no. En Australia, los que podíamos pagar un seguro privado en Venezuela sufrimos un poco la consecuencia de compartir el sistema de salud, ya no con una clase privilegiada de 5 o 10% de la población, sino con todo el mundo. Ya no me atienden de primero pero al menos vivo en un país mucho más justo. Justeza –o justicia-, esa es la base de las sociedades del primer mundo; el que las necesidades básicas de todos los ciudadanos estén bien atendidas (salud, educación, vivienda, trabajo) es lo único que garantiza la calidad de vida colectiva, es lo único que detiene la aparición de la viveza criolla desatada y sus primos mayores la corrupción y la delincuencia. Eso es hacer las cosas bien.

Brindemos por eso, ¡Salud!

domingo, mayo 11, 2008

Amor y fuego

En libros y películas o cualquier otra manifestación del arte frecuentemente me consigo con la metáfora en la cual el amor es representado por el fuego. Esta es tal que la chispa, el combustible y la intensidad del fuego representan a la causa, la existencia y la magnitud del amor.

El amor de pareja surge de la atracción entre el hombre y la mujer -la chispa. Para que este amor exista, hay que añadir respeto mutuo, madurez, picardía, sensualidad, sexualidad, ingenio, admiración; son tantas las cosas que se necesitan como combustible que nunca terminaría la lista. Si se varía la dosis de combustible varía la intensidad, y dada la complejidad del combustible, este tipo de amor es el que presenta más altibajos. Algunos se queman con este amor y las quemaduras le quedan para toda la vida.

Con el amor entre amigos y hermanos es mucho más sencillo. La chispa está en la complicidad y camaradería que surgen de compartir tiempo juntos. El combustible serian las cosas en común y admiración mutua. La llama es más o menos estable, una vez que se dispara la chispa y tienes un amigo –de verdad- este suele ser para toda la vida.

En cambio un padre ama a su hijo desde el nacimiento. La llama de este amor se intensifica gradualmente con las sonrisas, muecas, gracias, comunicación afectiva. Luego de eso, un padre protege, y ama a su hijo con una magnitud equivalente a la necesidad del hijo de ser protegido. A veces los padres piensan que los hijos deben ser protegidos toda la vida. A veces no.

Pero el amor de madre, este surge antes del nacimiento e inclusive antes de la fecundación. Esta chispa hace ignición con el deseo inconciente de una mujer de ser madre. Esta llama es la única que no necesita combustible y desde la chispa inicial sólo puede crecer en intensidad; se intensifica a veces lentamente pero otras veces muy avivadamente disparada por eventos que tienen que ver con la independencia y felicidad del hijo. Así, una madre ama más y más a su hijo cuando este aprende a hablar, cuando trae logros de la escuela, cuando se gradúa; típicamente esta llama se aviva de repente ¡cuando el hijo se casa! Pero nunca la llama de este amor se intensifica tanto como cuando un hijo parte, se va lejos a otras tierras, ya educado y completamente independiente. Justo en el momento de ese hasta luego, este amor es similar al destello de una vela cuando está apunto de apagarse que se intensifica en una explosión de azules para luego desaparecer repentinamente, pero se apaga sólo por un par de segundos, porque la llama se reaviva inmediatamente, ahora con mayor luz, porque esta llama sólo puede crecer en intensidad. Una madre sólo puede amar más, nunca menos. Una madre es feliz cuando su hijo es feliz.

Feliz día de las madres mamá.

lunes, mayo 05, 2008

Hija de tigres...

"Caballeros, esto es sin duda cierto, es absolutamente paradójico, no podemos comprenderlo y no sabemos lo que significa, pero lo hemos demostrado y, por lo tanto, sabemos que debe ser verdad."

Charles Sanders Pierce, filósofo, lógico y científico estadounidense.

Una niña como Viv, hija de dos ingenieros, que nos ha visto estudiar desde que nació, sin duda lleva el academicismo en la psiquis. No digo que lo lleve en las venas, eso sólo el tiempo lo dirá, pero lo que sí parece haber heredado de nosotros es una pasión por las letras, idiomas, y por las inefables, incompresibles, deliciosamente demostrables matemáticas.

La próxima semana nuestra hijita, con sus breves siete años, se enfrentará a su primer reto académico; presentará el examen
NAPLAN (National Assessment Program Literacy and Numeracy, o Programa Nacional de Razonamiento Verbal y Numérico). Tiene meses preparándose.

En el colegio la maestra nos indicaba al principio del año que Viv, en 3er grado, tiene el spelling (que se podría traducir como razonamiento verbal en inglés) de un niño de 6to grado; así que eso no va a ser problema. Sin embargo con los números le faltaba velocidad. Es aquí donde apareció Mathletics.

Mathletics es un sitioWeb australiano donde los niños hacen ejercicios de matemáticas ajustados a su grado académico. Viv se enganchó con el sitio y le estuvo dedicando mucho –pero mucho- tiempo. Ahora Viv resuelve los problemas de matemáticas con mucha más velocidad. Tanto tiempo le dedicó que algunas semanas estuvo entre los 100 estudiantes de mayor puntuación en Australia, como la siguiente imagen muestra (allí estaba en el lugar 19)

Porque, hija de tigre...

...nace pintada.

Hija de gato...

...caza ratón.

E hija de gata...

...ratones mata.

Viv, toda la suerte del mundo en tu examen, te has preparado mucho y eso nos hace sentir muy orgullosos. Recuerda siempre que tú eres grande, fuerte y valiente. Por sobre todas las cosas tu papi y tu mami te quieren mucho.

jueves, mayo 01, 2008

La parrilla

Yo sabía que no debía haber salido ese sábado –todavía tenía la resaca del viernes- pero allí estaba yo; 5:30pm tocando la puerta, retoño en mano, cava en la otra, consorte al lado. Nos abrieron la puerta, pasamos y siguieron los saludos de rigor: “¿y entonces?” -poniendo el típico hocico de oso hormiguero venezolano-. Besos aquí, abrazos allá. Para ese momento yo había divisado un punto estratégico en el patio al lado de la cava de otro que siempre trae una cervecita Belga (de Bélgica) que me gusta mucho. Busqué mi silla de camping de Bunnings de $7.50, me senté, y con sigilosos movimientos le saqué una cerveza de la cava porque “en Australia se comparte ¡claro que sí!”. Saqué del bolsillo de la bermuda un destapador que siempre llevo conmigo –porque es el llavero del carro-, y con extrema precisión deduje la ecuación matemática que involucraba la presión del gas en la botella, la fuerza de reacción de la chapita, y la palanca que tenía que aplicar con el destapador. Despeje la variable, apliqué la palanca con el torque exacto y …psssttttt….; “ahora puedo darle el primer trago” me dije. Tomé un sorbo y mientras saboreaba el amargo reflexionaba: “…que tranquilidad… en Australia definitivamente la vida es otra…”. Enderecé la cabeza, me acomodé los lentes de sol, y comencé a observar la fauna crepuscular del evento. Es que tú sabes, yo disfruto de observar a la gente y notar las corrientes de emociones que corren entre los diferentes grupos que se forman; miradas entrecruzadas, muecas, complicidades, picardías, tensiones. A mi derecha estaban varios de los hombres reunidos alrededor de la parrillera. El esposo, el gordo dueño de la casa, era el que parecía que iba a preparar la cosa. Al fondo, en la mesa –que seguro también la sacaron de una oferta en Bunnings-, estaban las mujeres, las esposas, cuchichiando, conspirando. Saltó la flaca, esposa del gordo, que con su voz chillona le gritó al marido: “¡mi amooooor!, ¿la carne que estamos preparando estará bien sólo con saaaal?...”. “¡Sí mi amoooooor!..” contestó el gordo –como me encanta el acento caraqueño sobre todo cuando le ponen aquel acento al final en “saaaal” y “amoooor”-. La flaca le llevó el bowl al gordo, este montó la carne en la parrillera, gas, fuego, y listo. Ya estábamos cocinando. Sigo observando. Parados en la entrada de la sala estaban un par de Aussies, descalzos, con las cholas guardadas en el bolsillo de atrás de la bermuda; probablemente eran maridos de algunas de las mujeres. Continúo. Había otro grupito mixto, hombres y mujeres, en un mueble aparte. No los conocía. “¿Acabarán de llegar? deben ser nuevos” pensé. Adentro en la sala estaban los niños –desguañingando la casa-, jugaban separados en edades -¿por que será que en Australia todos nos separamos en categorías? hombres, mujeres, niños, edades, intereses; un orden inalienable. Y que ni se le ocurra a un hombre irrumpir en el grupo de mujeres o viceversa. Las miradas volverían el clima tan espeso que se podría cortar el aire con una navaja-. En fin, así seguía la tarde de sábado, cada grupo en su conversación, y surgen las mímicas, las caras, los gestos, los comentarios que se cuelan, los brinquitos –porque los venezolanos cuando estamos reunidos pegamos brinquitos acompasados mientras hablamos, parecidos al paso de merengue “brincaito” que estuvo de moda en los 90 ¿te acuerdas?-. Di un vistazo a la parrillera y escuché al gordo: “…pana, como le roncaban los motores a esa bicha… que fuerza… eso si es una camioneta…pero no se si me la pueda comprar”. Las mujeres ya tenían la ensalada casi lista. El cuchicheo seguía. Mientras el gordo: “en el test drive le pisé la chola para subirle las revs al máximo… ¡como respondía!... yo no me quería bajar de la camioneta…”. Para ese momento la flaca levantó la cabeza, y notando el humo que salía de la parrillera le grita al marido: “mi amor, la carne…”. Pero el gordo no le hace caso y sigue: “yo me lleve la camioneta más lejos de lo que me permitían en la agencia…hasta pique cauchos bro…”. Los Aussies todavía estaban en la puerta, hablando los dos. Los nuevos conversando sobre política venezolana –tema poco recordado aquí para el resto- y las mujeres murmurando, excepto una, la flaca, que ya en un tono mas fuerte le grita al marido: “mi amor ¡ve la carne por favor!”. Pero el gordo nada. Y él seguía: “era el último modelo de la Toyota, de este año, 8 cilindros… ¡eso si es un carro!...”. Ya los nuevos se estaban moviendo hacia la sala porque el humo y el olor a quemado empezaban a molestar. Los Aussies ya se habían ido. Las mujeres llamaban a sus niños. Y la flaca: “¡la carne mi amor, por dios!” Pero el gordo seguía: “y por dentro era comodísima, los espejos se arreglaban solos censando el peso del piloto…”. “!Mi amor saca la carne yaaaaaa!” “que nota de camioneta mi pana….”. “¡mi amooooooooor la caaaarneeeeeee!”. Y el gordo: “Pero bueno mujer ¿qué es lo que te pasa?”. Yo casi me paro y le grito: “¡Que se te quemó la carne gordo del cara...j, que más va a pasar, mientras hablabas pistoladas! ¡Si de vaina no se te quemó la casa chico!” pero me contuve y no dije nada. Ante la tensa situación los invitados se estaban yendo sin despedirse. El gordo al ver el carbón en el que se había convertido la carne dijo: “ahh, esteeh, umh, mi amor, no me había dado cuenta, es que tú sabes, estoy atendiendo a los invitados y de parrillero a la vez, es muy forzado…”. La flaca estaba roja como un tomate de la rabia y le dijo: “pero…¿y ahora que le vamos a dar de comer a esta gente?”. Y el gordo: “¿Cuál gente?, creo que todos se fueron”. En eso los dos repararon en que el único que quedaba era yo, y volteando la cabeza me dijeron al unísono: “Y tú ¿que haces todavía allí?”…

¿Yo?...bueno… sólo reflexionando que… en Australia, la vida definitivamente es otra.