martes, junio 24, 2008

La dinámica social del inmigrante



Alguna vez leí que las relaciones son el yoga de occidente; y es la pura verdad. Especialmente para un espécimen escapado del caribe las relaciones son, pues ¡todo! la vida gira alrededor de los amigos. Si bien uno no piensa mucho en esto al irse de su país (si no uno no se va), ni tampoco al llegar a Australia, una vez que se está establecido este punto pasa a ser prioritario porque después de todo ¿que es la vida sin amigos para compartir?

Emigrar es una decisión radical -generalmente para un problema radical- y el que así deja su país tiende a pensar radicalmente; a no apreciar los matices grises entre el blanco y el negro.

En el extremo blanco, me consigo en Australia a bastantes grupos de inmigrantes que socializan casi exclusivamente con los suyos, cada “tribu” separada de la otra: hindúes con hindúes, chinos con chinos, caribe con caribe, pommies con pommies, surafricanos, croatas, italianos, aquí hay gente de todas partes del globo, inclusive con mucho tiempo aquí -20 años- que socializan de esta manera. Y cada tribu tiende a pensar que su cultura es de alguna forma más rica que la local -o la de otras tribus-, así es el ser humano. Generalmente el trabajo y el estudio de los niños llevan a estos grupos a relacionarse un poco con otras tribus pero la tendencia a recluirse entre los suyos, por cuestiones de idioma e idiosincrasia, es clara y determinante. He notado, lo admito, que los más extremos, que se cierran exclusivamente con los suyos, y que hasta rechazan a los locales, tienden a pasar por periodos de depresión por la falta de su país. A pesar de esto, esta posición hay que saber respetarla porque las relaciones humanas son algo muy personal. Particularmente, el australiano, que es mayoría aquí, es muy respetuoso y deja a cada quien hacer lo que quiera (aunque tras bastidores, sobre todo después de algunos tragos, algunos Aussies me han enfatizado que les disgusta la reclusión en tribus)

Pero en el extremo negro del gradiente, también me he conseguido a algunos inmigrantes que prefieren relacionarse exclusivamente con los locales en lugar de con los suyos. Nótese que no se trata de que están abiertos a todos por igual, sino de que decidieron deliberadamente discriminar a sus compatriotas en favor del local. Este razonamiento siempre viene acompañado de la pregunta “¿Para qué me vine de Suazilandia… (inserte aquí su país de preferencia)… para andar aquí con Suazilandeses?”. En la psiquis de este inmigrante casi siempre está presente un cierto rechazo a su país, prejuicio con sus paisanos -con lo cual queda justificada la emigración-, idealización del país que lo recibe -todo en Australia es bueno, todo en su país de origen era malo- y por ahí va la cosa. A pesar de que esta posición pareciera auto-racismo, esta también toca respetarla, por su naturaleza personal, y porque cada quien es libre de escoger sus amistades como quiera. Sin embargo debo decir que los que he conocido con esta postura también tienden a deprimirse seriamente, y si son inmigrantes recientes, presentan cierta desadaptación. En lo personal, no creo que nadie pueda darle la espalda a sus raíces sin afectar un poco su salud mental.

Y en el medio está el color gris, que es donde yo prefiero ubicarme. Los grises, entre el blanco y el negro, no discriminan a sus amistades por la nacionalidad o el origen étnico sino que están abiertos a relacionarse con cualquiera que le brinde una relación mutua. Puesto de esa manera, abierto, sin prioridades, no hay duda de que la tendencia va a ser a relacionarse más con los que se tengan más cosas en común: con tus compatriotas, en mi caso con venezolanos. ¿Qué se le va a hacer? Esa es la dinámica emocional, pero no es exclusivo.

Aquí tenemos amigos venezolanos y australianos y a ambos los disfrutamos en forma diferente. No tengo preferencia pero admito que con los venezolanos es mucho más fácil porque la curva de amistad es más rápida, y lo más importante, la tasa de acierto y el tipo de relación es mejor para lo que uno busca. Cuando pasas el tiempo con amigos es para relajarse del trabajo y de las actividades cotidianas, y lo quieres hacer sin presiones. Con otras nacionalidades, al menos al inicio, hay que hacer un esfuerzo, con resultados a veces inciertos. No obstante, si se está abierto a todos, va a ser inevitable que eventualmente se haga amistad “en serio” con algunos locales.

Pero los australianos socializan de otra forma. Para ilustrar la diferencia, pongo a mi mejor amigo aussie; nos tenemos una gran confianza, pasamos excelentes momentos en familia, pero nos vemos, si acaso, una vez al mes. En cambio con los venezolanos nos vemos casi todos los fines de semana.

En algún lado leí que la definición de amigo es aquel del cual uno está seguro que no nos va a hacer ningún daño. Además de la atracción mutua, esa sensación de confianza debe existir para que sea un “amigo de verdad”, sino es sólo una relación. Tener este tipo de amistad con alguien de otro país, con otras costumbres, no es tan fácil, depende de tu capacidad para relacionarte –y la del prospecto de amigo-. En particular el australiano es sumamente simpático, hablador (al menos en Perth), pero difícilmente da “esa confianza” así como así. Los aussies son gente de contactos, de conocerte, de hablarte, de saber que haces, pero en realidad sus grupos sociales son más bien reducidos a núcleos familiares y allegados. Pero si logras establecer una amistad real con un australiano, sabes que tienes a alguien en quien confiar de verdad y a un amigo para toda la vida.

Por supuesto que entre venezolanos también se hacen amistades de confianza, pero como está el factor “bochinche” de por medio muchas relaciones tienden a quedarse a ese nivel (¿o soy yo el bochinchero?) Después de todo no es posible ser el gran amigo de todo el mundo porque hay matices de compatibilidad y uno filtra y es filtrado en consecuencia. La dinámica de las relaciones humanas que llaman.

En todo caso, cada quien tiene los amigos que puede o que quiere. Pero una cosa es seguro; el aspecto social-emocional es clave para el éxito de cualquier proyecto de inmigración a largo plazo. Ignorarlo, o encararlo de mala manera, puede costar caro.

jueves, junio 19, 2008

Caribe Australiano

En los próximos días usaremos nuestro pasaporte australiano por primera vez; eso me hizo recordar que en Octubre del año pasado tomamos el “voto de compromiso” y juramos lealtad a Australia. Desde ese entonces no somos sólo residentes sino nacionales australianos -por naturalización, claro está-.

Los australianos deben ser los seres más patriotas y orgullosos de su país que yo conozca. Más que, por ejemplo los franceses. Seguro más que cualquier latinoamericano, tal vez comparable sólo con los Texanos de los EEUU -esos sí son regionalistas de verdad-. Mi punto es que hacerse compatriota de estos no es, emocionalmente, cualquier cosa. También es cierto que los Venezolanos tenemos una relación extremista-ambigua de pertenencia con Venezuela –muy a favor o muy en contra-, en buena parte alimentada por los lastimosos acontecimientos de los últimos 10 años. En fin, un caribeño haciéndose australiano y el tema identidad es cuando menos interesante y le dedicaré alguna líneas pronto. Garantizado que levantará algunas cejas.

Por el momento se me ocurre divagar sobre el proceso de australianización que he notado entre los caribeños que habitamos por aquí. Los hechos:

  • Cuando recién llegamos aquí, las reuniones no acababan a menos de las 3:00am y las amanecidas no eran infrecuentes. Hoy cada vez se acaban más temprano. Generalmente a las 10:00pm todo el mundo se fue para su casa como buenos padres Aussies (nótese que son los padres, porque los solteros son otra casta)

  • No podemos ver un pedazo de carne un fin de semana porque la montamos en la parrilla.

  • En todas las reuniones las mujeres se van pa’lla y los hombres pa’ca, separados de forma inalienable, y no se vuelven a encontrar si no hasta el final, idéntico a como hacen los Aussies. Esto no es para nada de la cultura caribeña -allá se permanece en pareja- y se nota que es una costumbre adquirida porque los recién llegados rompen los grupos sin darse cuenta (no sin ganarse algunas miradas de desaprobación)

  • Los niños aquí son el centro de nuestras vidas. No que no lo fueran allá, pero aquí es mucho más exacerbado.

  • El uniforme aquí es bermudas y cholas (ojotas, sandalias) -aunque algunos se resisten-

  • Aquí todos están obsesionados por el deporte. Si hasta yo, flojo con carnet de membresía ya he hecho dos tipos de deportes en forma seria y consistente.

  • Todos -bueno casi- al final estamos chapoteando en estas playas frías. ¿Y las aguas tibias del caribe? Ni me acuerdo.

  • Nosotros que le rendíamos culto al prócer latinoamericano Eudomar Santos y su frase “como vaya viniendo vamos viendo”, aquí todo los planificamos con meses de anticipación.

Y lo peor de todo es que ninguno se ha dado cuenta de que están cambiando sus hábitos. Si les preguntas dicen que allá eran así también. ¡Llevamos tanto tiempo aquí que ni nos acordamos!


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lunes, junio 16, 2008

Rojo rojito

¿No les pasa que les gusta dormir tanto tanto que disfrutan de despertarse, digamos a las 3:00am, para tomarse algo en la nevera y volverse a dormir rico a las 3:05am sólo por el gusto de volverse a dormir? A mi sí. Y eso es lo que me había pasado esa noche; tenía un sueño pesadísimo, sabroso, de fin de semana largo, de “mañana-no-tengo-planes”; que se caiga el mundo, no me importa, estoy durmiendo, a pierna suelta, para algo trabajo tanto. Jugaba con la tenue línea que separa la conciencia del sueño profundo, me dormía y me volvía a la semi-conciencia a voluntad. En este nivel de sopor extrasensorial literalmente duermo como duermen los bebés: inocente, olvidado de todo, con la mente en blanco. En eso:

- “Fer levántate que nos vamos”. ¡Vamos, vamos!
- “Ah ¿Qué?, ¿ehhhh?... ”
- Si vale, levántate, ya Viv y yo estamos listas y tú como siempre levantándote tarde.
- Pero, pero, pero… Yel ¿vamos para donde?
- Para Kalgoorlie, a visitar a nuestros amigos, ¿no te acuerdas Fer?
- ¿Queeeeeeeeé? Si eso esta a 8 horas de Perth, yo no voy, yo tengo sueño… te juro que yo no voy. Punto final.

Una hora más tarde:

Y ocho horas más tarde:

Conocido Pub en el centro de Kalgoorlie
Kalgoorlie es, enunciado formalmente, un pueblo minero en el centro de Western Australia con 28 mil habitantes, todos trabajan directa o indirectamente en minería, esta a su vez es la industria más importante del país, más o menos como sería el petróleo en Venezuela -pero sin la misma dependencia -. Mi versión: Kargoorlie es fiebre del oro, níquel, muchos dolare$, polvo, gente rústica, inglés Strine al máximo, grumpy miners, bloody hell, no worries mate, el lejano oeste, aborígenes, didgeridoo, boomerangs, canguros muertos a un lado de la carretera, es sobre todo muy rojo y desértico. Es un pueblo minero en el medio del Outback. Esto es, señoras y señores, Australia.
Excusado de caballeros (dunny) en el inhóspito Outback de Western Australia

Es en Kalgoorlie que está la famosísima Super pit, un hueco inmenso de donde sacan oro desde hace más de 100 años. El hueco es tan grande como la cuarta parte del pueblo.

A la Super pit bajan camiones inmensos para sacar las rocas. Aquí una apreciación del tamaño de los camiones mineros.

No perdimos la oportunidad para bajar a una de las minas subterráneas.

Este es un pueblo minero, rústico, sin grandes lujos, el que vive aquí viene por los billetes grandes, y es posible que pase la semana trabajando aquí y el fin de semana en Perth (FIFO: fly in, fly out) Por eso la alcaldía no se preocupa en cuidar mucho el pueblo. Además, el agua la bombean por una tubería larguísima desde Perth así que esta no sobra para gastarla en jardines y parques. Si a esto se añade que estamos en el medio del desierto, ya se imaginan el paisaje. Definitivamente esto es diferente a Perth.

Algo característico de Kalgoorlie es el uso de láminas de zinc para hacer cercas entre las casas. Eso le termina de dar “ese toque”.

En realidad no todo luce como la foto anterior. Hay algunas urbanizaciones que si están arregladas, pero la mayor parte del pueblo es más bien rústico minero.

Algunos íconos de pueblo minero:

Las Skimpies:

Muñecos que ponen cuando se va alguien del pueblo:

Nombres exóticos:
Nosotros aprovechamos la oportunidad para manejar cuatro horas más de ida (y cuatro horas de vuelta porque volvimos el mismo día) hasta Esperance. Me habían dicho que las playas eran espectaculares, y lo eran, pero estas eran definitivamente diferentes. Yo me sentía que habíamos llegado a una playa en Suecia o Alemania, no sé, era raro, diferente, para eso uno viaja, para ver cosas diferentes. Este era el caso.

En el regreso nos topamos con otro ícono Aussie, el famoso Ettamogah Pub.

Donde me refresqué para continuar el largo regreso.

En este viaje completamos todas las piedras angulares de la cultura Aussie: la parrilla (BBQ), la playa, el Outback y el Pub. Blooddy Oath!

Cuando veníamos pasando las montañas que divisamos a Perth me pareció que llegábamos al paraíso, todo tan verde, con tanta infraestructura, todo moderno, la gente tan educada, con playa, con teatros, cines, centros comerciales… ¡Ah mi Perth!

jueves, junio 05, 2008

La ventana rota (o de como se perdió un viernes en Perth)

Como hoy me siento medio prosaico les voy a contar una cosa, pero no le digan nada a nadie. Hablemos bajito para que no nos escuchen ¿Ok? Bueno, resulta que hace más o menos cuatro semanas, un viernes salía yo del trabajo contento por una semana productiva. Iba manejando y divagaba: “que bueno terminar un viernes y poder compartir con amigos esta noche”. Habíamos organizado una parrillada en casa, una “pepitonada” para ser más exacto (a pesar de lo que estén pensando, se trata sólo de pepitos: pan con carne). Los viernes siempre tenemos la expectativa de hacer algo social y relajarnos, echarnos los cuentos de la semana, ponerle algunas ofrendas al dios Baco y todas esas cosas buenas que tiene la vida, pero ese viernes era especial, venia más gente, había cierta expectativa gastronómica mezclada con lambucería -sentimientos que sólo un pepito puede despertar en un venezolano, más aun lejos de su tierra-.

Pasé buscando a la Viv por el child care, llamé a Yel que venia en el tren, me dijo: “buscamé por la estación por favor”. “Que bien” pensé. Me gusta cuando estamos así de sincronizados y no tengo que esperar para buscarla –o peor, ella esperar por mí en la estación-. Fui a recogerla, Yel también venia contenta porque había terminado un proyecto. En el carro Viv nos iba contando muy alegre como le había ido durante el día –yo disfruto mucho de escuchar a la Viv narrar en español lo que ella vivió en inglés, a veces hace unas mezclas cómicas-. En fin, íbamos los tres en el carro, con los vidrios abajo, el aire fresco de otoño me pegaba en el rostro, caía el atardecer sobre Perth en una paleta de rosados; y yo me sentía como cada viernes: en una hermosa ciudad, feliz, con una familia radiante, con la expectativa de hacer de anfitrión y disfrutar entre amigos en sólo unos instantes, y así llegamos a la casa.

Y en eso, en pleno delirio de positivismo, escucho a Yel que se mete en el cuarto principal y me grita: “¿quién hizo este desastre?”. Paso al cuarto, veo y exclamo:

“Coño ¡nos robaron!”

Las gavetas estaban todas fuera de su lugar, se nota que hubo cierta violencia. Lo primero que pensé fue en los pasaportes y documentos, afortunadamente estaban en su sitio. Comencé a buscar que se llevaron pero, fuera de las gavetas del cuarto, todo estaba igual. Hasta que mi ojo avisor observa que faltaba, o dios, la Viv se va a molestar ¡faltaba el Wii! Hasta el momento la Viv ni le estaba haciendo caso al alboroto que teníamos, pero al enterarse que unas personas malas se habían llevado su Wii, la pobre rompió en llanto. Luego descubrimos que se llevaron también un helicóptero de radio control (que me costo $50 en eBay) y una laptop de unos amigos que nos visitaban. Más nada.

Los amigos de lo ajeno entraron por una ventana trasera, la rompieron. Cuando adquirimos la casa nos gustó que fuera muy iluminada, llena de ventanas. Bueno ahora ya sé que las ventanas pueden servir para otra cosa. A juzgar por el tamaño de la ventana probablemente eran adolescentes. Lo mismo dijo la policía. Todavía me sorprende lo poco productivo que es entrar en una casa y llevarse sólo alrededor de $800 en valores y dejar el resto. Si hubiera sido en Venezuela nos mudan.

Ya me lo habían dicho, en Perth el 20% de los hogares son robados pero no lo quería creer. Ya hoy pusimos una alarma a prueba de todo y el seguro nos pagó todos los bienes materiales, pero lo que no me pagaron fue mi viernes, ¡me robaron mi viernes! la pepitonada se volvió pepito-nada. Nada de nada. Finalmente la hicimos el sábado, pero no fue igual que el viernes. ¡Regrésenme mi viernes!