
Luego de estar un rato en el parque con Viv y amiguitas, llegó el momento por el cual había esperado todos estos gélidos meses: me aleje sigilosamente del grupo y me senté en la grama en frente de la mejor vista de la ciudad. Que nadie me hable, que nadie me moleste, ahora sólo somos yo, la naturaleza y esa madre protectora llamada Perth. Me recosté en la grama y cerré los ojos: el sol calentaba ¡sí, era verdad! El verano llegó por fin. Sentía el calor de la tierra y casi podía escuchar como las flores, la grama, todo el verde crujiendo entrando en calor, sacudiéndose la somnolencia del frío seco perthiano. ¡Oh como vamos a disfrutar este verano! Ahora con carro descapotable: no nos permitiremos quedarnos en la casa en las tardes, queda prohibido no ir a la playa todos los fines de semana, que sea un mandato cocinar todos los días en la parrillera del patio; que ninguna semana se parezca a la otra, vamos a disfrutar hasta el último minuto de luz cuando el ocaso llegue por allá a las nueve de la noche. Hay que divertirse, la vida es una. Todo eso pensaba allí, tirado en la grama.
En eso siento un ruidito en el oido: “ññññiiiuhhn” y tiro un cachetazo que me deja la oreja roja. ‑Epa ¿qué fue eso?- “ñññiuhn” “ñññiiiiuhn” -¡Otra vez!, ¡Que fastidio!- De repente siento que algo me camina por el cachete, y por la nariz, y otro por el brazo. Me paro tirando manotazos para todos lados: -¡Pero bueno! ¿Qué pasa?-. Y justo allí me acordé que con el verano australiano siempre vienen ellas, esas zagaletonas que les encanta cualquier recoveco húmedo. Vaya si este invierno fue largo, tan largo que no me acordaba de ellas. Sí, ellas, las que le hacen a uno el verano de cuadritos. ¡Ellas!
¡Las moscas!
Mi sueño de una noche de verano se vio nublado por recuerdos de la temporada pasada: nubes enteras de moscas que te persiguen por todas partes y se te pegan al sudor que excretas en un calor seco de baño turco. Hay tantas moscas que si abres la boca se te mete una (por eso el acento aussie tan cerrado: no pueden abrir mucho la boca) Mentalmente de nuevo le puse el techo al carro y comencé a pensar que cocinar dentro de la casa, con aire acondicionado, en realidad no estaba tan mal. Bueno, nada es perfecto.
Pero lo peor es que esas no son las únicas moscas que vinieron a molestar este verano.
Hay que estar mosca con la mega crisis global que se asoma con el desplome del crédito en los EEUU. Esto se veía venir: ¿a quién se le ocurre que prestar plata en masa a gente sin credenciales y quedándoles los giros en el 60% de los ingresos podría ser buena idea? Sólo a banqueros avarientos. Esa prestadera de plata se puso de moda en todo el mundo desarrollado, Australia incluidísima, pero creo que esos días de crédito fácil están por irse. Menos mal. La gente necesitaba un reality check.
Desde otro punto de vista, esto ocasionó el desplome de los mercados bursátiles y un freno en el desarrollo desaforado de China. Todo eso se traduce en una baja del precio de los comodities que Australia exporta: los metales. La situación puede poner a Australia realmente contra la pared. Por el momento, lo que veo es a algunas empresas comenzando a cancelar proyectos. Algunas sí, otras no –todavía. Veremos.
El mercado de dinero reaccionó retirando fuertes capitales de la economía local, lo que causó una caída del aussie dólar de casi 30%. Y gracias a dios que fue así. Al menos ahora producir aquí es 30% más barato y eso va a ayudar a las empresas a sobrevivir o hacer viables en esta nueva situación a esos proyectos de ampliación que tenían en cartera. El otro lado de la moneda es que ahora todo lo importado –es decir, casi todo- se va a poner mucho más caro (que si conozco mi ganado, todo va a subir no 30 sino 50%)
Pero lo más interesante va a ser ver como va a empezar el año 2009 en cuanto al mercado laboral. Siempre he dicho que esta gente es dificilísima para entrarles en el trabajo y si ellos pudieran meterían a trabajar solamente a sus amigos, o a los que estudiaron en la uni con ellos, a gente que conocieran por su reputación. Pero es que no pueden, hay demasiado trabajo y se tienen que conformar con lo que consiguen –inmigrantes incluidos. Si comienzan a cerrar proyectos, esta situación pudiera revertirse. Para el que está insertado en el mercado probablemente esto no significará mucho pero el que llega definitivamente lo va a sentir.
Una que arrimamos al mingo: el barril de petróleo estaba en US$74 esta mañana, y los pronósticos son de US$50 (desde los 100 y pico en que estaba hace 2 o 3 semanas) Me pregunto como va a hacer Esteban de Jesús para seguir financiando estupideces y planes proselitistas que no educan ni le dan empleo a nadie sino lo que hacen es crear una relación de dependencia con papa-gobierno-que-me-da-plata. ¿Y como ahora si se le acaba la plata? Con lo único que hay que estar mosca es con el nivel de sectorización que hay en la población venezolana. Una Venezuela sin Esteban, o la ruta hacia allá, no será un camino de rosas. No se que será peor, si el remedio o la enfermedad. De nuevo: nada es perfecto.
Pero que fastidio con estas moscas de verano ¿no?
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