Un cambio de paradigma. Eso que te pasa cuando algo te saca totalmente de contexto y de repente te hace ver lo que antes no veías. Ese “clic” seguido de un: “¿como no lo pude ver antes?” Eso me pasó hace unas semanas en una conversación casual sobre el desarrollo humano en América latina -una de las tantas que he tenido. Este tema me ha interesado desde que tengo memoria adulta. Muchos libros he leído, muchas conversaciones he sostenido, siempre buscando un por qué a la pobreza, violencia y corrupción de nuestros países. Y mi interés se intensificó mucho más cuando comencé a salir de mi país por trabajo y conocí otras culturas. Es algo de vieja data; garantizado que mi interés no es el del típico inmigrante que quiere satanizar a su país para justificar su desarraigo.
En fin, estaba yo en el intermedio de un curso de entrenamiento en Perth cuando el facilitador se me acercó:
- “¿De donde erés?”
Luego de la aclaración y su reconocimiento (se acordó de la primera Miss Universo Venezolana: Maritza Sayalero, que por cierto ganó la corona en 1979 en Perth, y que se cayó parte de la tarima cuando se anunció la ganadora -un desastre- pero esa es otra historia…) mi interlocutor me pregunta:
- “¿Que tal está Venezuela? ¿Es un país estable?”
No es un secreto para nadie la situación actual de Venezuela -como no lo era para él-así que no es difícil imaginar el tono de mi respuesta. A lo que él respondió:
- “El problema de Latinoamérica es el sistema de clases que heredaron de sus colonizadores. En cambio los ingleses dejaron un sistema diferente, más igualitario…”
Allí comencé a subirme por las paredes. Pensé: “este no sabe nada de Latinoamérica y quiere aplicarnos sus prejuicios aprendidos en otra parte. Seguro nos está confundiendo con el conocido sistema de castas de la India.” Pero súbitamente me acordé de algo que contradecía su punto -según yo- y le dije: "¿sistema inglés diferente? Mira Sudáfrica ¿qué tipo de sistema dejaron allí los ingleses en complicidad con los holandeses?"
- “Eso es diferente; eso es racismo” me dijo. “En el racismo se excluye de la sociedad a un sector, pero los que quedan dentro de la sociedad, todos están en el mismo bote y todos reman en la misma dirección. De hecho, casi todos los países desarrollados tienen una vergonzosa historia de racismo. En su momento esta exclusión fue –equivocadamente- vista como una forma de mantener a la sociedad unida. Con sus equivocaciones históricas, los países del primer mundo siempre se han basado en sociedades unidas e igualitarias… ”
Ya aquí era evidente que esta no era una conversación promedio. Al final resulta que mi amigo el facilitador era un erudito sobre el tema, como el resto de la conversación demostró. Lo que sigue pasó más en los pensamientos que yo entretejía en el segundo plano de la plática –porque mi orgullo no me dejó hablar sobre ellos- mezclando elementos de la conversación en sí.
Es cierto, mi experiencia es que las sociedades más desarrolladas están basadas en la igualdad de sus ciudadanos; ejemplos sobran. También es rigurosamente cierto que las sociedades latinoamericanas, al contrario, están basadas en la desigualdad, en escalafones sociales. Allá es muy normal que alguien piense que en la sociedad hay gente que es “menos” que uno y otros que son “más” que uno. Es muy sutil, porque casi nunca hay discriminación directa pero muchos en el fondo sí piensan que “otros” tienen su lugar y “yo” tengo el mío. No se trata de la existencia de clases sociales –que en todos los países existen- se trata de clasismo: hay desprecio hacia abajo y rabia hacia arriba. De allí salen los epítetos despectivos “tierruo”, “marginal” o “sifrinito”. Esas cosas existen en todas las culturas, pero no están tan engranados en la sociedad ni existen con ese nivel de rabia y desprecio como en nuestros países. De hecho, la corrupción, delincuencia y violencia se presentan como expresiones escaladas de la rabia y desprecio que existe entre nuestras clases. Eso no es así en los países desarrollados, ni en la subdesarrollada Asia, donde la igualdad es el valor primordial de la sociedad.
Nosotros no tenemos un verdadero sentido de sociedad; nosotros somos los únicos que nos discriminamos, robamos y matamos entre nosotros mismos. Y asumimos como normal la desigualdad basada en un estatus. Uno no lo nota hasta que sale de su país (con la mente abierta para observar este tipo de cosas) y comprueba que el mundo no es así. En Venezuela el estatus generalmente lo da el dinero, o más bien el dinero que gastes o finjas gastar en bienes materiales, pero otros países latinos tienen sus propios temas: apellidos, origen, etc. Cualquiera es bueno para marcar clase y diferenciar. Yo se que a nadie le gusta pensar que su país es así, y si alguien se siente ajeno al clasismo es porque probablemente no sea clasista como individuo, y en realidad hay mucha gente allá que no es clasista, pero no se puede tapar el sol con un dedo, la verdad es que también hay mucha gente que sí lo es.
En una sociedad fraccionada, donde cada quien rema para su lado en el bote, siempre se parte el bote. Esto se refleja en el liderazgo elegido: los líderes –sea gobierno, líderes empresariales, etc- que son los que gritan en el altoparlante hacia donde se rema, van a hablarle sólo a su grupo o clase y lo único que van a lograr es que el bote se parta más rápido. Si no se lidera para todos, se divide. Triste pero cierto.
En mucha de la literatura -de origen anglosajón- que he revisado se señala a nuestra población multirracial como un factor que no ayuda a tener una sociedad cohesionada. Ejemplos sobran, en Asia o en la misma Australia, que echan por tierra ese argumento.
Hacia el final la conversación se desvió hacia la cultura inglesa y la igualdad como valor. En conclusión: yo todavía tengo en observación a esta teoría del todo: “falta de educación y moral, corrupción, violencia, delincuencia, líderes con intereses particulares, todo tiene origen en el sistema de clases que heredamos”. Me suena como muy radical, aunque estoy convencido de que sí juega un rol. Además, si de verdad allí esta la raíz de nuestros males, en la falta de sentido de sociedad, entonces es muy duro admitirlo porque, lo sabemos, nuestra mentalidad colectiva no va a cambiar pronto, tal vez nunca. Entonces ¿que oportunidad tiene esa región del mundo?
En fin, estaba yo en el intermedio de un curso de entrenamiento en Perth cuando el facilitador se me acercó:
- “¿De donde erés?”
Luego de la aclaración y su reconocimiento (se acordó de la primera Miss Universo Venezolana: Maritza Sayalero, que por cierto ganó la corona en 1979 en Perth, y que se cayó parte de la tarima cuando se anunció la ganadora -un desastre- pero esa es otra historia…) mi interlocutor me pregunta:
- “¿Que tal está Venezuela? ¿Es un país estable?”
No es un secreto para nadie la situación actual de Venezuela -como no lo era para él-así que no es difícil imaginar el tono de mi respuesta. A lo que él respondió:
- “El problema de Latinoamérica es el sistema de clases que heredaron de sus colonizadores. En cambio los ingleses dejaron un sistema diferente, más igualitario…”
Allí comencé a subirme por las paredes. Pensé: “este no sabe nada de Latinoamérica y quiere aplicarnos sus prejuicios aprendidos en otra parte. Seguro nos está confundiendo con el conocido sistema de castas de la India.” Pero súbitamente me acordé de algo que contradecía su punto -según yo- y le dije: "¿sistema inglés diferente? Mira Sudáfrica ¿qué tipo de sistema dejaron allí los ingleses en complicidad con los holandeses?"
- “Eso es diferente; eso es racismo” me dijo. “En el racismo se excluye de la sociedad a un sector, pero los que quedan dentro de la sociedad, todos están en el mismo bote y todos reman en la misma dirección. De hecho, casi todos los países desarrollados tienen una vergonzosa historia de racismo. En su momento esta exclusión fue –equivocadamente- vista como una forma de mantener a la sociedad unida. Con sus equivocaciones históricas, los países del primer mundo siempre se han basado en sociedades unidas e igualitarias… ”
Ya aquí era evidente que esta no era una conversación promedio. Al final resulta que mi amigo el facilitador era un erudito sobre el tema, como el resto de la conversación demostró. Lo que sigue pasó más en los pensamientos que yo entretejía en el segundo plano de la plática –porque mi orgullo no me dejó hablar sobre ellos- mezclando elementos de la conversación en sí.
Es cierto, mi experiencia es que las sociedades más desarrolladas están basadas en la igualdad de sus ciudadanos; ejemplos sobran. También es rigurosamente cierto que las sociedades latinoamericanas, al contrario, están basadas en la desigualdad, en escalafones sociales. Allá es muy normal que alguien piense que en la sociedad hay gente que es “menos” que uno y otros que son “más” que uno. Es muy sutil, porque casi nunca hay discriminación directa pero muchos en el fondo sí piensan que “otros” tienen su lugar y “yo” tengo el mío. No se trata de la existencia de clases sociales –que en todos los países existen- se trata de clasismo: hay desprecio hacia abajo y rabia hacia arriba. De allí salen los epítetos despectivos “tierruo”, “marginal” o “sifrinito”. Esas cosas existen en todas las culturas, pero no están tan engranados en la sociedad ni existen con ese nivel de rabia y desprecio como en nuestros países. De hecho, la corrupción, delincuencia y violencia se presentan como expresiones escaladas de la rabia y desprecio que existe entre nuestras clases. Eso no es así en los países desarrollados, ni en la subdesarrollada Asia, donde la igualdad es el valor primordial de la sociedad.
Nosotros no tenemos un verdadero sentido de sociedad; nosotros somos los únicos que nos discriminamos, robamos y matamos entre nosotros mismos. Y asumimos como normal la desigualdad basada en un estatus. Uno no lo nota hasta que sale de su país (con la mente abierta para observar este tipo de cosas) y comprueba que el mundo no es así. En Venezuela el estatus generalmente lo da el dinero, o más bien el dinero que gastes o finjas gastar en bienes materiales, pero otros países latinos tienen sus propios temas: apellidos, origen, etc. Cualquiera es bueno para marcar clase y diferenciar. Yo se que a nadie le gusta pensar que su país es así, y si alguien se siente ajeno al clasismo es porque probablemente no sea clasista como individuo, y en realidad hay mucha gente allá que no es clasista, pero no se puede tapar el sol con un dedo, la verdad es que también hay mucha gente que sí lo es.
En una sociedad fraccionada, donde cada quien rema para su lado en el bote, siempre se parte el bote. Esto se refleja en el liderazgo elegido: los líderes –sea gobierno, líderes empresariales, etc- que son los que gritan en el altoparlante hacia donde se rema, van a hablarle sólo a su grupo o clase y lo único que van a lograr es que el bote se parta más rápido. Si no se lidera para todos, se divide. Triste pero cierto.
En mucha de la literatura -de origen anglosajón- que he revisado se señala a nuestra población multirracial como un factor que no ayuda a tener una sociedad cohesionada. Ejemplos sobran, en Asia o en la misma Australia, que echan por tierra ese argumento.
Hacia el final la conversación se desvió hacia la cultura inglesa y la igualdad como valor. En conclusión: yo todavía tengo en observación a esta teoría del todo: “falta de educación y moral, corrupción, violencia, delincuencia, líderes con intereses particulares, todo tiene origen en el sistema de clases que heredamos”. Me suena como muy radical, aunque estoy convencido de que sí juega un rol. Además, si de verdad allí esta la raíz de nuestros males, en la falta de sentido de sociedad, entonces es muy duro admitirlo porque, lo sabemos, nuestra mentalidad colectiva no va a cambiar pronto, tal vez nunca. Entonces ¿que oportunidad tiene esa región del mundo?
En fin, por el momento, si usted se agarra a si mismo creyéndose más que alguien que nació en su propio país, sepa que usted estaría ejercitando el motivo primario de nuestro subdesarrollo -o al menos en Australia hay gente que así lo cree.
6 comentarios:
Fer:
Doloroso pero cierto, en nuestros países siempre esta presente ese clasismo que repercute en los conflictos políticos y de ahí no hay mas que ver que de un lado nos pesa mas la clase o nivel socioeconómico y los respectivos intereses que de esta emanan que el propio bien común .Es muy cierto que mucha gente ni lo percibe, pero lo practica colectivamente en su vida diaria. No cabe duda que Marx sigue mas vigente que nunca, es una lucha de clases y en medio de esa lucha estamos todos que sin darnos cuenta no salimos del subdesarrollo. ¿Que pasara con nuestros países? yo creo que tendrá que pasar algo grande y mucho tiempo para que esto cambie.
Saludos desde México
Las sociedades siempre han existido
con sus problemas, llamenlo racismo o lucha de clase, en ambos casos predominan unos sobre otros, pero el meollo del asunto, no es tanto la desigualdad, por que siempre esta existirà, sino la manera como cada quien asume sus roles dentro del ambito social,el hecho de estar mejor preparado academicamente y poseer ingresos economicos por encima de otro no le da derecho a nadie, a considerarse superior a los demas, esa idea de grandeza vive solo en la mente de las personas que se creen dueños y señores del mundo.De esta manera vemos como los grandes lideres politicos, asumen desde un punto de vista ideologico la transformacion de las sociedades, tratando de alcanzar esa ansiada igualdad social, la cual jamàs podran alcanzar, porque de lo que se trata es de educar con una mentalidad sin aires de grandeza.
Tal vez esto sea un anàlisis bastante simple de la situacion, pero no hay que enrollarse, porque àrbol que nace torcido nunca sus ramas endereza.
Jesus: gracias por tu comentario. Nada va a pasar con nuestros paises, asi se puede vivir, asi viven y asi continuara. Por cierto, respecto a los postulados de Marx en el unico comunismo en el que creo yo es en el occidental: igualacion hacia arriba como en cualquier nacion desarrollada.
Enmascarada: diferentes clases sociales hay en todos los paises del mundo, incluyendo a los desarrollados, pero no hay clasismo. El clasismo latinoamericano, ese desprecio y rabia sutil entre sus clases sociales, es lo que causa la falta de sentido de sociedad real, el que cada quien empuje hacia su lado. Engloba a ciudadanos y dirigentes por igual. Esa es la teoria.
Muy bueno el post, comparto mayormente lo que planteas. Tenemos un triste afan de insistir en encontrar diferencias en lugar de similitudes. Alguna vez lei algo como "No se odia al indio por ser indio sino porque es pobre". Saludos desde Brisbane.
Mi estimado Fer, esta persona con la que platicaste creo que ha olvidado un ejemplo clarísimo que contradice su punto: los aborígenes australianos. ¿Acaso no fueron diezmados, segregados y aislados del resto de la sociedad? ¿No les robaron sus tierras? Creo que esta persona se olvida de la famosa Generación Robada". Y no hay que olvidar lo que hicieron los ingleses con los indígenas americanos (básicamente les hicieron lo mismo). Los conflictos entre India y Pakistán se deben en gran medida al desastre que dejaron tras de sí los ingleses al retirarse de esas colonias.
Definitivamente el sistema inglés es mucho más igualitario...para los ingleses. No olvidemos que las políticas migratorias australianas eran sumamente discriminatorias hasta hace algunas décadas, cuando se pretendía impulsar una "Australia Blanca".
Definitivamente, las cosas que tenemos que escuchar como ltinoamericanos...
Dicho lo anterior, esta semana estuve por tu ciudad (Perth) en viaje relámpago y me pareció fantástica. Más pequeña, pero hace ver a Melbourne como una ciudad sucia y caótica en comparación. Perth es increíblemente limpio y ordenado.
Saludos!
German: Gracias y saludos!
Sergio: yo si le saque la historia britanica de racismo en el parrafo 8 y 9. Y si, tienes razon, es igualitario solo para ellos.
Que bueno que te gusto Perth. Sobretodo tomando en cuenta que Perth no impacta en visitas relampago. Saludos!
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