miércoles, agosto 13, 2008

El tiempo

Eran Yel y dos amigas que miraban las fotos de nuestro reciente viaje a Tailandia en la pantalla plana de la sala. Pasaban foto tras foto mientras Yel les iba comentando los pormenores. Viv estaba en la misma sala en una mesita dibujando, concentrada, sesuda, abstraída de las fotos. Yo observaba la situación a lo lejos, en la mesa del desayuno, tomando un trago de no me acuerdo que. Las mujeres comenzaron a subir el nivel del cuchicheo al pasarse por una serie de fotos de la Viv. La orgullosa madre se hinchaba ante los madrigales que le lanzaban sus amigas a nuestra hijita: “Mira esa… ¡que linda!”, decían. “Y mira esta otra foto”, se escuchó luego. La escena transcurría linealmente hasta que Yel cambió su expresión al escuchar a una de sus amigas decir boquiabierta: “¡mírala allí Yel! que grande se ve…”

Casualmente sonaba en la sala una canción vieja, de esas de al menos 5 años atrás. Me hizo acordarme de un cuento que le contaba a la Viv cuando estaba pequeña hacia esa misma época. En aquel entonces yo no me sabía ningún cuento para niños, y además había que contárselo con la luz apagada porque la idea era que se durmiera, así que no le podía leer. Ni modo, tuve que inventar el cuento. Este era sobre una niña llamada Vava cuya madre la envió en un tren desde París a visitar a su abuelita en Budapest. Vava viajaba con su perrito Doggy. Una vez en la cabina de pasajeros del tren, Vava se sintió importunada por el humo de un señor que estaba fumando una pipa. Es así como Vava decide acudir a la policía del tren para que intercediera, y así lo hicieron, pero provocaron una reyerta en la que el policía decide sacarle la pipa al señor de la boca y tirarla por la ventana. El señor de la pipa, a su vez, decidió quitarle un zapato a Vava y también lo tiró por la ventana. En medio del atajaperros que se formó, Doggy se escapó corriendo de la cabina, y Vava, sin un zapato, se fue atrás de él. El señor de la pipa también huyó de la policía. Vava buscó a su perrito por todo el tren pero este no apareció; la pobre Vava quedó muy triste, y así el tren siguió hacia su destino. Al llegar a Budapest, Vava le contó todo a su abuelita, y esta le dijo: “Vava, vamos a la comisaría a declarar a tu perrito Doggy como perdido”. Al llegar las dos a la comisaría ¡vaya sorpresa! La policía había agarrado al señor que se había escapado y también al perrito de Vava, Doggy. El perro tenía algo en la boca: ¿Qué era?

Aquí Viv invariablemente me respondía: “La pipa, Papi”. Y yo le decía: “No, no. Tenía el zapato de Vava en la boca”. Y justo en ese instante Viv se echaba a reír largo y tendido, y yo con ella. No importaba cuentas veces yo le contara esa historia ella siempre contestaba lo mismo: “la pipa” y luego de mi respuesta nos destornillábamos de la risa, una y otra vez. Ahora que me acuerdo me rió de nuevo.

En eso, mi canción vieja de hace 5 años se acabó en la sala, y yo levanté la mirada de nuevo. Allí seguían Yel y sus dos amigas, ya hablando de otra cosa. Viv seguía dibujando. Y mi flashback entró en una pausa, sucumbió a lo terrenal, a lo tangible, al pragmatismo de un viernes por la noche. Lo único que había quedado allí, colgando en el aire y sin dar cabida para cursilerías, era aquella frase de Caro: “¡mírala allí Yel! que grande se ve…”

A veces la realidad nos alcanza de forma tan contundente que sin mediar palabra le da dos bofetadas a cualquier recuerdo y lo acuesta a dormir. Benjamín Franklin tenía una frase categórica: “¿amas a la vida? Entonces no desperdicies el tiempo porque es la sustancia de la que esta hecha”. Yo me atrevería a parafrasear: ¿amas a tus hijos? Entonces invierte la mayor cantidad de tiempo posible con ellos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi linda, pero que bella estas en esa foto!!!!!!!!!, luces espectacular con esa clinejas, te las hicieron en tu viaje de vacaciones? me da la impresion que si, cosa que es fàcil de corroborar, por el bronceadito que luces, que dicho sea de paso, tambièn te queda muy bien.

Dile a papi que inventando cuento es muy bueno, que te escriba una nueva versiòn de tio tigre y tio conejo para que te des banquete.

Besos mi reina
tu abuelita.

Anónimo dijo...

Gracias abuelita por el comentario.Las trenzas me las hicieron en Phucket (Tailandia)y estaba bronceada porque fui a la playas lindas de alla.
Le voy a decir a mi papa que me cuente la historia.

*bbee$$oo$$
Vivi

Anónimo dijo...

Hola, soy Eduardo Catter, (me escribiste hace unas semanas)...d.e verdad no dejo de leer tu blog....me motiva mucho y me da fuerza para tomar lad ecisión de irme.... ya van dos veces que me marcas con tus expresiones:

La primera: "Yo en tu lugar, hubiera cometido el error de no venirme....."
La segunda: La frase de Benjamín Franklin respecto a la vida y el empleo del tiempo.......

SUerte y muchas gracias.

Una pregunta (quizá indiscreta):
¿A que te dedicabas en Venezuela antes de emigrar y a que te dedicas en OZ ?


Saludos


Eduardo

Fer dijo...

Hola Eduardo,

Que bueno que mis dislates sirvan para algo mas que entretenerme.

Si algun dia tomas alguna decision, busca que sea definitiva. He visto a algunos que solo vienen "a ver como les va", todavia abrigando la posibilidad de devolverse, y esa posibilidad hace que cualquier problemita les de ganas de regresarse. Los problemitas pueden ser cualquier cosa: desarraigo familiar, o que demoran un poco en conseguir empleo, o problemas con el idioma y la gente... problemitas.

Ah, era y soy aqui Ingeniero. Quien lo diria, no?

Saludos,