
Confieso que no leo mucha prensa venezolana en línea. Nunca me lo propuse así pero desde que pisé Australia es muy poco lo que leo. Soy excesivamente práctico –mi defecto- y hace tiempo que perdí la expectativa de encontrarme algo esperanzador por allá. Sin embargo, los últimos sucesos a nivel mundial, más las recientes elecciones regionales –con chance real para los opositores- me han llamado la atención y comencé a leer.
¿Qué ha cambiado? En realidad poco. Hay nuevos términos como los “pitiyanquis” que presumo son “petit yanquis” para referírseles despectivamente, pero el discurso anti-norteamericano no ha cambiado mucho, más bien se ha intensificado; resulta conveniente. Es muy fácil conseguir aliados, particularmente a nivel internacional, entre los que adversan al imperio del norte, y además internamente tiene ese efecto aglutinador de “nosotros-David” contra el “imperio-Goliat”. Mientras tanto, Venezuela está haciendo negocios increíbles con el imperio, las relaciones económicas bilaterales nunca estuvieron mejor –si se les puede llamar así porque los negocios parecen favorecer mucho más al imperio que a los venezolanos-. Bien lo decía Rochefoucault: “La hipocresía es el homenaje que el vicio le rinde a la virtud”
Pero volviendo al asunto pitiyanquístico, el presente año ha visto episodios más o menos dramáticos, y por instantes la pugna en los micrófonos y la diplomacia parece haber transcendido lo suficiente como para que un enfrentamiento sea considerado. En el nefasto y tristísimo caso de una invasión pitiyanqui a la tierra de los comedores de arepa, estoy seguro, Obama usaría algo diferente a las tropas marines que ahora ocupan varios rincones del mundo. Siendo Obama un tipo moderno, usaría los soldados del futuro, humanos con exo-esqueletos bio-mecánicos, cyborgs de última tecnología que están en desarrollo en este momento, dada la naturaleza tracalera de su adversario. Los caribeños nos defenderemos ¿pero con qué? Si el elegante portador de la verruga ya le habrá regalado toda la plata a otros países y además el barril de petróleo estará en 30 dólares. No será con armamento ni recursos que nos defenderemos, será con psicología, con inteligencia, con eso será.
Porque estos Cyborgs llegarán a la capital y cuando saquen sus tanques oruga, sus super máquinas de avance terrestre, van a volverse mierda con los huecos de Caracas. No hará falta ni lanzarles un petardo, ellos solitos caerán en los 40 huecos de la avenida Lecuna –aunque Bernal diga que sólo hay 12 huecos sin tapar en toda la ciudad- y se les quebrará la punta de eje, botarán el diferencial. O se quedarán colapsados en la autopista del Este, a cualquier hora y en cualquier dirección, y tendrán que negociar el paso con un fiscal de tránsito vestido de tamarindo, el cual se cree dueño del magnánimo gesto de “tú no pasas ahora”, “tú sí”, “tú no todavía, tu te quedas allí hasta que me dé la perrísima gana”. Y que ni se les ocurra rozar a una moto porque enseguida estarían rodeados por motorizados, una nube de avispas metálicas que les trancarán el paso, los escupirán, les darán cascazos (si los cargan) “y qué pasó apá, vas a revirá, vente pues, vente robotico e’ mielda, vamo'a dano, que’s lo ques, ay apá, ete como que’s algolla”. O serán atracados por malandros invisibles, mucho mejor armados que ellos, que salen de la nada y en la nada se desvanecen dejándolos en ropa interior y si acaso con cinco mil bolos para que se paguen el pasaje o llamen a su mamá.
Y cuando tras mucho esfuerzo lleguen a Miraflores o a la asamblea nacional y vean a los asambleístas o al gabinete de ministros, dirán: “ya va, un momentico ¿estos panas no son Ultraman, Robocop y Terminator que mandamos en la invasión pasada hace aaaaaaaaños? ¡Míralos allí instaladísimos haciendo chanchullos también! ¡Se metieron a políticos y se quedaron pana!". Y así poco a poco los invasores quedarán diluidos entre la población local, desperdigados y confundidos. Algunos se empatarán con una come-viáticos y vivirán para pagarle la operación de lolas o el capricho de turno. Otros acabarán enloquecidos, caminando por la ciudad al lado de los indigentes, recogiendo latas, revisando la basura para sobrevivir. A lo mejor algún cyborg reconozca a uno de sus camaradas mientras huelen pega debajo del puente de las Mercedes:
- Disculpa pana ¿tú eres venezolano o cyborg?
- No sé. No me acuerdo. Pero más chavista será tú madre ‘esgraciao.
Y sólo entonces se darán cuenta que la invasión ha fracasado.